Nada puede conmigo reina
cuando te follo así
como si realmente no sintiese nada por ti
y pedirte entre gemidos que, por favor,
no me quieras ni lo más mínimo,
sexo y sólo sexo es lo que me gusta
para blindarme con mis armaduras
hasta las cejas, reina,
y el corazón ya de paso
porque no es un órgano estrictamente necesario
para follarte así, como lo hago,
invadiéndote profundamente con mi arnés
de colores insinuantes
y vibraciones múltiples
mientras te digo
que yo tampoco te quiero
que sólo deseo poseerte de este modo:
utilizar tu cuerpo
como si nunca hubiese estado
loca por tus huesos,
como si ese flujo con el que ahora me empapas
no fuese alimento suficiente
para mi alma
y, ¡toma reina!, ahí va otra nalgada
para que sepas que ¡no!,
¡ni se te ocurra!, quererme.
Follarte así,
por detrás, atándote las manos,
tirándote del pelo,
como si realmente no te quisiese,
como si tu compañía,
tu ronca y dulce voz,
tus rarezas y tus locas ideas
no fuesen lo que más añoro
cuando estoy lejos de ti
y dártelo así, sin la más mínima ternura,
venciendo todo el dolor del mundo,
al otro lado de la puerta
sé que me observan los lobos,
mi armadura ya está puesta
sobre el sudor de mi desnuda piel
se siente bien,
se siente parte de mí misma,
gracias a ti, reina, sé que estoy preparada
para la gran cacería
si puedo no quererte un poco
aniquilaré a mis enemigos
como hago con tu cintura
tómalo fuerte, así,
como si no te quisiera,
que ya cabalgo hacia mis fieras:
pisotearé sus cadáveres,
la muerte tan cercana
gracias a ti, reina,
cuando te venza el orgasmo
la veré alejarse de nuevo
y sabré que es la señal de salida;
los lobos aúllan al otro lado de la puerta,
mis músculos se disponen para combatirlos…
روت